Cartas de Sempronio a Tito:

 En     a   de

 

Hoy quiero escribirte, mi querido Tito sobre algo que siempre vino a mi pensamiento, medité en mi interior, ¡y que nunca!, salvo contadas excepciones ¡|viva Dios ¡me atreví a comentar, ni a ningún Cíclope, Estirón o Poseidón, ni aves que surquen las montañas, ni a cuantos ciervos por el campo pasten!

Llegando el momento de partir a lejanas tierras… el camino andado será mi recreo, mi victoria, mi anhelo, mi pensamiento.

¡Tal vez, cuando era niño, nunca pensé: —en cruzar la vista hacia ningún destino prefijado, y todo, como tu bien sabes, se me hacía difícil que hasta yo mismo pensaba si era rara mii existencia!

— ¡Jesús Señor que dilema! Y que bien dice lo que sale por su boca, que más que aliento, es pura fina palabra, que ni los mismos sabios y doctos señores que presumen de ser los mejores pueden con su fina voz llegarle a la altura de su silueta que tan garbosa tiene y ¡Dios que bien lo parió!

 —Y con mis padres que algo aportarían…

—Dice bien

—Que, igual que usted tiene talla graciosa, yo tengo una triste silueta que se me antoja bastante corta

—Deje, deje, que no viene a cuento mediciones ni tallas, sino palabras y comentarios sobre lo que hoy, como dije al principio, quiero decirle, ¡mi querido Tito!

—Perdone mi impertinencia, y continúe con su alargado relato

—Relamida boca, tiene que no deja y no calla y todo es criticable, ¡cállese y no me interrumpa!

 —Ahí Señor, la eterna juventud, que en mi anhelo de crecer dejo tantas cosas tiradas, que por mucho que prisa me diera en crecer, ¡ah los dioses pensaron, que no servía para más destino, que habitar en esta tierra que siempre he pisado y he lastrado en mi torpe vida! Pero, no es más cierto que mis pensamientos siempre anduvieron despiertos, vivos, coléricos, presuntuosos y nunca fueron amigos de la ociosidad. Mis manos crecieron creyeron, cortaron cuanto sobraba, y con la vista de     siempre vi, lo que otros no vieron, y con mi voz desgarrada dije, lo que otros callaron. ¡Por eso como tu bien sabes anduve de conflicto en conflicto!, ¡y viva Dios, que de juzgado a Juez un paso fino hubo, y por mil querellas que vencí, conseguí saldar mil deudas que otros me otorgaron por injurias, y otros halagos inmerecidos que sobre mí vertieron!

— y eso es bueno

Malo Tito, malo, porque el peor halago que te hagan cuando de malas raíces viene, es peor carne de cañón que darte muerte. El halago es vanidad, el halago pendenciero solo un paso tiene de la burla cruel en forma de consejo con malos fines de darte en la cara lo que no se atreven con la espada

  Cierto mi señor y buen consejo es ese que tendré en cuenta cuando mi señora me diga Tito esto, Tito cuchirrin lo otro”

—no andes con burlas, que respeto has de tener a tu adorada esposa, que para eso “Dios unió, aunque rara vez se entienda algunos de los esponsales” que más parece cuchillo y miel, que sarna con gusto, no pica”

—ni pía quería decir, que ande yo caliente y ríase la gente

—Deje el refranero y sigamos con mi historia

 -Diga, pues, don Sempronio, que escuchando estoy desde que amaneció el día, y cayendo la mañana, sigue usted como un cotorro disparando sermones por su boca

 ¿Qué es aquello que me iba a comentar?, ¿qué es aquello que le vino al pensamiento ¿… Es, pues, su interior mejor que lo que calla por su boca, latinismos de Sentencias que nadie entiende, sino usted mi Señor, para acallar al pobre que de leyes nada y de escritos menos, que si bien ahora calla otras veces dispara por su boca como un libro de Cisneros.

 —Diga, pues, que le escucho como sabe usted en silencio, cortesía, honra y debido temor.

 -¡Temor, que dices incrédulo, que disparates por tu boca sale!, solo, solo siempre el temor al buen Señor, lo demás, ¡simples personajes creados por su mano!, ah-. Pero no todos de la misma guisa, aunque con el barro, fueron moldeados con un mismo sarmiento

 —Sin embargo, ilustre Señor, ya sabe usted que todos nacimos distintos, usted, por ejemplo, desde la cuna tuvo lo que otros ignoraban

— Sapiencia, refiere

—Don de Dios solo, que por eso no engrandezco, sino con humildad y cariño acojo

— yo, por el contrario, un pobre diablillo, orgulloso de los padres que me parieron. Y por bien del destino quiso que nuestros caminos se cruzaran hace tiempo ya….

—Tiempo, que es el tiempo mi querido Tito, si no algo que pasa rápido nos pone y nos quita cicatrices en las manos, y que deja nuestros cuerpos consumidos

 — ¡Serranos!

—Que expresión más indecente, ¿de dónde sale?

—De mi boca

—¿Y por qué lo dijo?      

—Porque lo escuche en una conversación un día entre dos enamorados…

—Ah cotilla que escucha lo que no debe

—Pierda usted Señor

—¡Pecador!

—Lo soy, y por eso condenado estoy de mis pecados

—Pues debe usted sin más lamentaciones y antes de perderse en el fuego del infierno confesarlo a Don Prudencio cuando pase por la capilla

— hace tiempo que no encuentro consuelo y a pesar de que lo intento, salgo disparado cuando paso al lado de la Iglesia

— El buen Señor no distingue entre ricos ni pobres, y aunque distintos seamos en el fondo para el hermano

Sí, sí, pero bien retirados cuando se habla de dineros, placeres, trabajos y otras cosas que usted sabe.

-—Dejemos este tema para otras historias que sin duda esta carta ya se extiende demasiado para el propósito por el que fue concebida

 —Qué infierno señor

-El que se aparta de la bondad de Dios

-!Dios!

-Si nuestro creador y Señor

-¡Vive Dios que confundo muchas veces en esto de la fe las cosas!

-Pecador

-Y dale

-Sermonee usted lo que quiera, pero bien sabe no hay mas que un solo Dios, Señor y creador.

-Si usted lo afirma con esa rotundidad

-Lo afirmo

-Así sea

-Y volviendo al principio

-Ya no lo recuerdo

-Mejor, mejor

-Dejémoslo por hoy que va siendo hora de yantar y descansar

-Así sea mi querido Lucio

-Venga, pues, que el camino es largo aún, y la noche va llegando

-Y con la noche el sonido de las lechuzas

¡Fieros seres! Pero agradable su vista

-Así sea que ya diviso la aldea y el humo de la chimenea

fin



 

 

 


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