Hace mucho tiempo hubo una vez una niña que quiso trabajar en el campo.

 



Hace mucho tiempo hubo una vez una niña que quiso trabajar en el campo

Era feliz contemplando las flores, crecer los pájaros, volar las nubes, abrazar y correr tras el viento

le gustaba saltar por los charcos y a los sapos coger

Su madre siempre le decía “María, tienes que trabajar en la casa, tu padre y tus hermanos salen muy temprano para trabajar en el campo, y tú no puedes estar siempre de aquí para allá. Solo pensando en jugar”

Ella se entristecía mucho, pues, no tenía más que hermanos que apenas le hacían caso y eso de trabajar en la casa preparando las comidas, limpiando la ropa y fregando los suelos no le gustaba

Se disgustaba mucho y cuando paseaba por el campo a todos sus amigos decía:

! “Por qué no habré nacido niño, si así hubiera sido, hubiera ido con mi padre y mis hermanos a trabajar en el campo, a mí no me gusta preparar las comidas, fregar el suelo y limpiarles la ropa cuando vienen del campo”.

Un día, cuando iba paseando por el campo, se encontraba tan cansada que decidió sentarse a la orilla del charco que por aquella época estaba muy lleno. “La lluvia ha sido generosa con nosotros este año”

—se dijo a sí mismo, mi padre y mis hermanos estarán muy contentos.

Mientras decía lamentándose esto apareció entre la hierba una figura blanca que con suave voz le dijo a la niña:— Hace tiempo vengo observando que estás entristecida, cada vez noto que juegas menos, y sales menos al campo. Apenas tienes amigos y por la noche ya no sueñas como antes. La niña al escucharla dio un salto compungido y se dijo— ¿quién eres que a mí me dices que me encuentro triste?

—No te lamentes y vete corriendo a tu casa.

El Hada le dijo— mi nombre es Clara, he venido del cielo, porque me han dicho que eres una niña muy valiente que le gusta trabajar en el campo, y que no puede porque en la casa donde vive no la dejan, y todo lo que hace con sus manos todo el día nunca se lo agradecen, y por eso aunque eres una niña fuerte y siempre estás contenta, te sientes triste y eso se ha corrido por la voz de las flores que gimen y han llegado hasta nosotras, que me han enviado para que te diga que esta tarde cuando llegues a tu casa, uno de tus hermanos no podrá ir mañana a trabajar, y ahora que estamos en la época de la vendimia necesitaran muchas manos para recoger la uva del campo. No te lamentes y vete corriendo a tu casa.

—Pero, aunque así fuera, le contesto la niña, yo no quiero trabajar solo un día porque uno de mis hermanos se haya puesto malo, quiero hacerlo todos los días.

—No te preocupes, lo importante es que empieces el primer día, y cuando vean que lo haces mejor que ellos, ya no querrán que te quedes en casa, y entonces empezaras todos los días a trabajar en el campo.

Y así fue como María empezó al día siguiente muy temprano a irse con sus hermanos y su padre al campo. La madre preparó la comida en varias bolsas envueltas en una caja para que conservara el calor.

—María, seguro que trabajaras muy bien, basta que le pongas el mismo cariño y fuerza que haces cuando limpias la casa, preparas la comida, y friegas el suelo.

Y así fue como María empezó al día siguiente muy temprano a irse con sus hermanos y su padre al campo.

—Ya lo sé madre, le dijo con una lágrima en la cara antes de irse a la cama, más tarde que el resto de sus hermanos, que, desde hacía varias horas, estaban ya en la cama. Privilegios de hombres decía la madre a María. Nosotras trabajamos muchas horas en casa, y nunca se nos reconoce nuestro esfuerzo, son cosas de los pueblos que algún día que yo no vea seguro pasará. Espero María, que tú ahora que puedes ir al campo, demuestres que tienes el mismo coraje y fuerza que ellos, y yo seré la madre más feliz del mundo.

—Gracias le dijo María, ahora me voy a la cama que estoy muy cansada y ya está aquí la mañana

Al mañana siguiente temprano, antes incluso que sus hermanos se levantó, María, de la cama, cogió las cosas que su madre preparó la noche anterior, y le dijo a su padre y sus hermanos que estaba arreglada para irse con ellos.

Bien empiezas el primer día, le dijo uno de sus hermanos, seguro que cuando vuelvas te arrepentirás de haber venido y querrás quedarte en casa, después de todo el campo es para hombres

Ya veremos, le dijo María, quien será el que venga más cansado

basta ya de conversaciones tan temprano grito el padre, dejando helados a los hijos que animadamente conversaban

El hermano que se encontraba enfermo se quedó en la cama y con un pequeño gesto de cariño le alzo el puño a su hermana con el dedo para arriba

María trabajó todo el día sin descanso, cogiendo las espuertas, y llenando los capazos con la abundante uva que este año había.

—¿Qué vas a hacer ahora María?, le dijo.

El padre y los hermanos labraban las tierras de la gente, y apenas si tenían un pequeño huerto y poco más de tierra,

Esto no parecía desilusionar a María, al contrario, decía con alegría, mañana seguro volveré al campo porque he demostrado que tengo las mismas fuerzas que mis hermanos,

Y así fue como estuvo todos los días trabajando hasta que termino de recogerse la uva de todas las fincas que trabajaba el padre.

Cuando terminaba el trabajo en el campo, María seguía ayudando a su madre en la casa.

—No es justo, decía a su madre, yo quiero seguir trabajando en el campo, pero ellos deben trabajar en la casa, y ayudarte.

Así fueron pasando algunos años, María ya estaba plenamente integrada en las labores agrícolas, conocía perfectamente todas las técnicas que había aprendido durante todos los años, pues siempre preguntaba y le gustaba mucho aprender.

“No he tenido tiempo de ir a la escuela, era lo único que se lamentaba y haber aprendido”.

Pero a pesar de todo era muy feliz. Cuando se hizo mayor, sus padres murieron y dejo la casa donde vivía. Los hermanos se fueron lejos del campo porque estaban cansados de trabajar para otras personas y apenas mal vivir. Solamente uno de ellos le dijo de quedarse a trabajar el campo y era con el que mejor se llevaba.

¿Qué vas a hacer ahora María?, le dijo.

—Me voy a ir fuera, me han dicho que no lejos de aquí, existen fincas que puedes trabajar y poco a poco, iré con mucho trabajo comprando algunas de ellas, porque no quiero que con mis manos y mi trabajo otras personas se beneficien.

El hermano le propuso a María irse con ella y empezar a trabajar juntos

— conozco a una persona que trabajaba con padre y que se fue cerca de aquí, un día me dijo que si quería irme con él, se lo dijera

María se fue con su hermano, y empezó a trabajar tanto, que en apenas unos pocos años, pudo comprarse dos fincas, con un gran pozo de regadío. Construyo con su hermano una casa en el interior de una de ellas, y así fue como poco a poco, y con mucho sacrificio se dedicó al campo, que era el sueño que siempre tubo de pequeña y que nunca pudo hasta que aquel día Clara se acercó a ella, y le dijo que a la mañana siguiente empezaría a trabajar.

 Gracias a Clara, ahora soy feliz porque hago lo que desde pequeña siempre he querido, trabajar en el campo.

 Cuando se iba a la cama, se sentaba en el borde de la cama y juntaba las manos y alzaba una mirada al cielo, allí entre las nubes veía la imagen de su madre, que siempre estaba en la casa.

 Gracias, madre, le decía por qué siempre me decías cosas tan bonitas, con esa sonrisa que tenías. Ahora soy feliz, estoy con mi hermano, y pronto me voy a casar con su amigo del pueblo que nos ayudó mucho desde el principio. Seremos feliz seguro.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado

Moraleja. El campo es el lugar más fantástico del mundo. Aprovechemos lo que tenemos.

No pensemos en que algunas personas no están capacitadas para hacerlo solo porque son de uno u otro sexo. Y si algún día tenéis algún problema, estáis tristes y todo se os echa encima. Sentaros al lado del charco, seguro aparecer un sapo al que podréis contarle vuestros pequeños secretos.

La vida es tan bonita, los sueños tan reales.

Comentarios

Entradas populares